
La Gran Oráculo
Ser un Oráculo no es fácil, y uno no se convierte de la noche a la mañana. Sacerdotes y antiguos oráculos seleccionan, entre escasos candidatos, a quienes guiarán la fe y destino de Egipto y sus legítimos gobernadores.
Los mismos dioses deben secundar esta decisión, y posteriormente el Faraón la nombrará como tal al terminar el rito.
Los poderes como Oráculo en Isis no se diferencian mucho en aquellos que ya poseía por nacimiento. Pero su percepción se ha agudizado, su mirada oculta el peligro de ver más allá de lo que una persona quiere mostrar. Los planos divinos se revelan ante ella para escuchar las voces de los dioses, convirtiéndose así en la Voluntad de los mismos.
Al principio, está prohibido mirar a los ojos a la Oráculo por la seguridad de quien hable con ella, y para entrenar la nueva sensibilidad de Isis. Pero conforme aprenda a manejarse, toda esta ceremonia será innecesaria, y así deberá ser para demostrar su valor, su control como figura de autoridad.