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CRIMEN Y CASTIGO
Tras las atrociades cometidas por su hermano menor, y su posterior caída al Reino de las Sombras, los dioses les impusieron un duro castigo: de ahora en adelante, los varones llevarían en su piel la marca del crimen de Marik Ishtar.
Grababan sus pieles con dolorosísimas cicatrices, que más adelante obtuvieron un segundo significado: tras la muerte del Faraón Atem y la profecía de su regreso muchos años después, los descendientes de Isis Ishtar fueron nombrados Cuidadores de la Tumba del Faraón, y las sagradas escriuras que escondían las memorias del susodicho, fueron grabadas en las espaldas de los Cuidadores de Tumbas durante generaciones, y relegados a vivir bajo tierra a la espera de su llegada.
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